Entramos oficialmente en Laos el Martes 12 de Enero de 2015. Acabamos de cruzar la frontera Chiang Kong (Tailandia) – Huay Xai (Laos) y por delante tenemos el Río Mekong, por el que navegaremos durante dos días hasta llegar a Luang Prabang. Habíamos contratado el tour directamente en Chiang Kong, aunque no hace falta hacerlo ya que luego de cruzar la frontera venden los mismos tickets y salen más barato como expliqué en el post anterior.
Como yo sé que me mareo por nada (hermosa herencia de mi querida madre), me tomé un dramamine y me dormí casi todo el primer día de viaje. Desperté 7 horas después cuando llegamos a Pakbeng, un pequeño pueblo en Laos que parece que solo tiene vida cuando llegan estos barcos de turistas. Al bajar se te tiran todos para tratar de venderte su alojamiento, prometiendo incluso que te van a traer al día siguiente. Como consejo, busquen un alojamiento cerca porque esa promesa nunca se cumple. Nosotros encontramos una habitación triple a 30mil kips cada uno (3,7 dólares) que por ahora fue la peor en la que estuvimos, aunque no nos importó porque solo estuvimos 12 horas en total.
Por primera vez vimos una parrillita, chorizos y pan por lo que los chicos se compraron y probamos un choripan picante. Después fuimos a comer de verdad y yo en el menú vi que vendían bife con pure de papas, así que casi llorando de emoción pedí eso y me llevé una gran desilusión cuando sentí la carne muy picante y el puré extra dulce. Un asco! Quién se lo terminó comiendo? Uno que tiene hambre las 24hs del día, el cachorro.
Justo cuando estábamos en la parrilla conocimos otro grupo de gente que incluía argentinos. Yo seguía medio cansado así que me fui a dormir y los chicos fueron al bar. Al otro día en el barco salió un truco y yo jugué con otro argento, Pedro, contra Matu y Esti. Obviamente ganamos nosotros, ambos partidos. Nos tomamos unas cervezas mientras hablábamos de la vida, el tiempo pasó para nada rápido y llegamos a Luang Prabang. Ahí ya éramos un grupito más grande, porque estaban los argentinos con unos mexicanos, una francesa, un yanqui, 3 chilenas y nosotros 4. Nos dividimos en dos tuk tuk que nos llevaron hasta el centro de la ciudad y estuvimos como dos horas buscando un hostel barato, hasta que quedamos las 3 chilenas, y nosotros 4. Cuando digo 4, estoy incluyendo a Pedro en los que ya veníamos viajando. Ibamos a compartir los próximos 3 días en la ciudad y el hostel estaba ubicado estratégicamente entre el bar Utopia y el mercado de la noche. No era tan barato, ya que pagamos cada uno 45mil kips (5,5 dólares) pero era cómodo y solo 3 días.
Estuvimos buscando donde comer hasta que en el mercado de noche encontramos un buffet tipo tenedor libre que podías llenar un plato por 15mil kips (1,80 dólares). Ahí iban los fideos y todo, con los pedazos de sandía encima. En el medio de la comida aparecieron los franceses que conocimos en el trekking de Kalaw al lago Inle y nos quedamos hablando un rato. De repente nos empezamos a encontrar un montón de personas con las que ya habíamos compartido algo en algún momento este mes de viaje y también lleno de argentinos. Parece que salimos de abajo de las piedras.
Inmediatamente nos fuimos directo al bar del que ya nos habían hablado bien y nos compramos unas torres de cerveza y nos colgamos hablando hasta que cerró el bar y nos echaron. Como se haría costumbre, nos fuimos últimos. Cerraba a las 11.30 de la noche!!! De ahí no sabíamos que hacer pero todo el mundo se iba para «el bowling», que era lo que seguía (lo único que había) en la noche. Así que para seguir la corriente nos tomamos un tuk tuk hasta el bowling, que realmente era un bowling y además bar con la luz prendida donde pasaban Bandidos cumbia. Esto era lo único que había para salir desde las 11.30 hasta las 4 más o menos en la ciudad. Un rato después de haber llegado viene Carla, una de las chicas de Chile totalmente emocionada al grito de «Hay un boliche subterráneo» provocando las risas de todos. Investigando más sobre el tema, vimos que uno de los argentinos había inventado esto y el rumor se había expandido muy rápido. Nos quedamos un rato tomando unas cervezas y decidimos volver. La vuelta al hotel no fue tan tranquila, volvimos cantando canciones de fútbol argentinas y alentando a la Selección. Debo aclarar que las chilenas alentaban a la misma Selección que nosotros, la Argentina por supuesto. Una vez en el hotel seguimos hablando un rato antes de irnos a acostar.
El día siguiente no comenzó para nada temprano, recién al mediodía nos levantamos para desayunar y todo a un ritmo muy lento. Después de comer fuimos al consultado vietnamita para tramitar la visa que nos darían al día siguiente. Luego, fuimos al museo que estaba cerrado, je, pero en la entrada había un templo bastante reciente (1969) pero que contenía una figura de Buda muy vieja y cuyo nombre a modo de homenaje también lo llevaba esta ciudad. Caminamos por el predio hasta que decidimos subir al templo que está sobre la montaña. Casi apenas se empieza a subir se encuentra el templo Wat Pahouak cuya entrada es gratuita y se indica que las pinturas dentro de este fueron pintadas en 1860. Seguimos subiendo cuando a mitad de camino y totalmente agitados nos dimos cuenta de que había que pagar una entrada de 20mil kips. Nadie quiso pagar para seguir subiendo (y sufriendo) así que nos quedamos descansando. El turno ahora era el de tomar unos licuados, o cervezas mirando el atardecer a orillas del Mekong. Pedro se separó del grupo por un rato y nosotros seguimos caminando hasta que encontramos una bajada al río y pudimos ver el atardecer.
Mientras tomábamos unas cervezas, ya bajado el Sol pero aun con visibilidad vimos una pareja jugando al Badminton. Esti fue el primero en preguntar e intentar jugar, pensando que era fácil pero no le pegó a una sola bola. Sobre el final quizás atinó a una o dos, pero un desastre. Matu no fue la excepción, y de repente estaban jugando ellos dos y la pareja mirando. Estos argentinos jajaja. Cuando fue mi turno pude demostrar mi destreza y habilitad en este gran deporte que juego desde chico, aunque algunas se me iban.
Esta vez no íbamos a volver al Buffet, íbamos a descubrir otro lugar que nos acompañaría hasta que nos fuéramos de Luang Prabang: la fiel y bien ponderada sanguchería. Comíamos sánguches (así se escribe) de desayuno, almuerzo y cena. La rutina esta vez fue la misma solo que después del bar nos quedamos en el patio del hotel tomando unas cervezas y jugando a las cartas.
[…] auto ya que no hay transporte público por lo menos ahora. Lo especial de este lugar es que hay comunidades Hmong provenientes de Laos que los domingos venden su producción en el mercado (marché) y es bien interesante. Hay […]