Islas Malvinas: El principio

Bennet house

Este lugar fue elegido casi por casualidad, aunque creo que hay algo del destino que me llevó allí para pasar mi cumpleaños en las frías tierras malvinenses, del 13 al 19 de Septiembre de 2015. Nunca vi en el colegio ni en ningún otro lado historia que cuente la realidad del conflicto de las Islas Malvinas, ni las cosas que pasaron o se vivieron por aquellos días. Si bien en las rutas cada tanto vemos un cartel que dice «Las Islas Malvinas son Argentinas», y todos los 2 de Abril son feriados, hoy en 2016 me doy cuenta que mi generación y las que vienen sabemos muy poco sobre esto y sobre lo que pasaron miles de chicos argentinos entre 17 y 20 años, y otros ya grandes y entrenados, peleando contra profesionales de guerra como los ingleses. Me parece importantísimo conocer la historia y reconocer a estas personas, que se deje de ocultar que Argentina participó en una guerra y todos lo sepamos. Por un lado para que no se vuelva a repetir, y por el otro para agradecer a esas personas y más que nada esos pibes que no eligieron, que deberían estar jugando con sus amigos o familias y en vez de eso se jugaron (o dieron) la vida por algo que nos pertenece a todos los argentinos. Salud por ellos, en especial por los que tuve la oportunidad de conocer y agradecer en persona.

Llegando..
Llegando..

Mi compañero de viaje sería Maxi Alves, un amigo de la vida que por suerte tenía el mapa en la cabeza y toda la historia malvinense en la punta de la lengua para contarme quién pisó cada piedrita, y hasta cuántos litros de combustible usaba cada avión. Sin dudas, a parte de no dejarme solo viendo una película horrible de dibujitos animados en una fría noche, fue importantísima su presencia en nuestra búsqueda de revivir la historia en los distintos montes, sobreviviendo a las tormentas de nieve y avanzando como podíamos con la nieve cubriendo enteras nuestras piernas. Ah! También me defendió de los perros que me atacaron. El no sabe nada de inglés, por lo que nos complementamos bastante bien.

Puerto Argentino
Puerto Argentino

Nuestros vuelos hasta Río Gallegos eran distintos, así que nos encontramos directamente en el aeropuerto del sur continental donde pasamos la noche y recién al mediodía partiríamos a Puerto Argentino. Durante el check-in conocimos un grupo de veteranos de Monte Grande/Echeverría que se los notaba un poco tensos en su primer regreso a las islas. Hay que pensar, ellos tenían 17 y 18 años en 1982 y ahora ya 50-51. Supongo que si el momento era emocionante y piel de gallina para nosotros, a ellos los estarían desbordando las emociones. También conocimos a Marcelo de Bernardis, famoso por correr la maraton de las Islas Malvinas todos los años, quien se puso a nuestra disposición automáticamente y nos dio muchos consejos para nuestra estadía allí. Los argentinos que íbamos no éramos tantos así que antes de embarcar ya nos conocíamos todos, al menos de vista. Nosotros, tímidos, no queríamos molestar a nadie aunque estábamos llenos de preguntas para los muchachos.

En el avión, nos sorprendimos por la cantidad de personas de color de piel negro que había. Resulta que más tarde nos enteraríamos que eran todos de Zimbawe y eran contratados por los ingleses para desactivar las minas que todavía se encuentran en tierra. Ya pasaron 34 años y todavía se siguen desactivando minas, y parece que falta mucho más. En ese sentido, los argentinos parece que hicieron un buen trabajo. Estas personas son llevadas desde su tierra, durante 6 o 7 meses con un pago de 50 dólares al día según nos contaron y trabajan obviamente a la intemperie. Nos comentaron también que son grandes desactivadores de minas por las guerras civiles que han tenido en su país. Lo único que me extraña es cómo los ingleses saben eso…

Donde es que estamos?
Donde es que estamos?

Al llegar al aeropuerto de la base militar de Mount Pleasant uno se puede sentir un poco intimidado y sentir la tensión del lugar. Claro, antes de la guerra el aeropuerto estaba en Puerto Argentino, pero bien finalizada la misma construyeron uno a unos cuantos kilómetros de distancia en una base militar muy bien custodiada para que a nadie se le ocurra atacar de nuevo. Como si hiciera falta. El despliegue militar es impresionante. Si bien no hay malos tratos, con los argentinos hay un trato especial. Tuvimos suerte en que me revisaran la valija a mí y no a Maxi, ya que él traía una bandera argentina y no se pueden entrar ni llevar. Hay que tener mucho cuidado con eso, porque incluso en nuestros días allí nos enteramos que había un proyecto de ley para sancionar penalmente a aquel que deje ver una.

Luego de ser liberados y «bienvenidos» al país, donde te dan un folleto aclarando dudas sobre quién manda actualmente en el territorio y pidiendo respeto a los argentinos, nos encontramos con el conductor que nos estaba esperando para llevarnos a la casa de Celia, nuestro hogar durante toda la semana. Para que se imaginen, el aspecto del tipo era de pirata borracho inglés, con la barba, una camisa a cuadros bien gruesa y un gorrito en la cabeza. Podría jurar que si le mirábamos los pies íbamos a encontrar una pata de palo.

Nuestro presupuesto
Nuestro presupuesto
Lo soñaste, lo tenés!
Lo soñaste, lo tenés!

Celia es una mujer grande, que vive sola en su casa y vive no sólo del alquiler de sus habitaciones sino de cocinar unas excelentes masitas, facturas y tortas que vende en el supermercado, y en la tarde las ofrece a sus huéspedes. El precio que pagamos nosotros fue de 50 libras la noche (unos mil pesos argentinos en ese momento, un montón) cada uno, y teníamos una habitación para nosotros solos, baño compartido y desayuno incluido. El desayuno constaba de unas tostadas fritas con huevos fritos, panceta, jamón, queso y salchichas, además de cereales con leche/yogurt. Eso nos servía para empezar bien temprano y no almorzar, entonces teníamos hambre recién al volver de cada caminata y ahí comíamos las masitas que nos dejaba en una mesa con un te o café. Marcelo ya nos había comentado lo amorosa que es y que no le gusta hablar de la guerra ni de esa época por lo que evitamos el tema. Nos ayudó en todo lo que necesitamos y siempre estuvo preocupada por nosotros. Incluso no se iba a dormir hasta que no lleguemos, para asegurarse de que esté todo bien. Es necesario que cada vez que llegan argentinos a un hotel/guesthouse se llame a la policía para que venga a hablar, supongo para dar recomendaciones y prevenir cualquier inconveniente, pero en nuestro caso nunca vinieron, supongo que les habrá comentado que eramos dos pequeños niños buenos…

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