Islas Malvinas: Cabo San Felipe y Monte Longdon

Oxido de guerra

Nuestra primer mañana, después del desayuno nos fuimos a caminar para recorrer el pueblo. En el conjunto de Islas Malvinas viven aproximadamente 2900 personas y de ellas 2200 viven en Puerto Argentino, en inglés conocido como Stanley. No es mi intención ofender a nadie, pero voy a dar los nombres en Español e Inglés para que se entienda mejor.

Paseando aprendimos mucho de las islas, como que fueron hogar de muchas batallas entre ingleses y alemanes en las dos Guerras Mundiales. Se ven homenajes a ambos bandos por las mismas, que obviamente también han ganado los ingleses. Estos homenajes reconocen estas distintas batallas como tales, pero por otro lado para ellos lo que pasó con Argentina apenas fue un «conflicto». Cosas de vivir en guerra desde siempre…

Por la costa vimos varios animalitos, hasta aguas vivas y una bastante fea escultura del sistema solar que está hecha a escala representando las distancias entre los planetas. Por ejemplo, Plutón se encuentra recién bien arriba del Monte Longdon.

El sistema solar
El sistema solar
El busto de la javie
El busto de la javie

También vimos el monumento en homenaje a «los que liberaron las islas de la invasión argentina», que contiene plaquetas con los nombres de los que entregaron su vida del bando inglés, y a la izquierda de este mismo lugar está el busto de la vieja borracha Margaret Thatcher. Luego pasamos por la taberna Globe, el centro turístico y el cementerio que contiene un homenaje a los caídos en la Segunda Guerra Mundial.

Nuestro objetivo ahora era llegar hasta el faro que se encuentra en Cabo San Felipe / Cape Pembroke que se encuentra a 12km del pueblo. La caminata en sí no es difícil si no fuera por el frío viento al que no estamos acostumbrados y nos viene empujando para todos lados. También, pasando el viejo aeropuerto ya el camino desaparece y es todo campo que está por partes inundado. Esta parte es la más lenta, ya que la única forma de saber para donde avanzar es intentar divisar el faro. Después de un rato llegamos, y el faro estaba obviamente cerrado. El último día del viaje nos enteraríamos que en el museo se podía pedir la llave para poder entrar. También hay una hélice del Atlantic Conveyor, barco que se le hundió a los ingleses.

El monumento conmemorando la guerra
El monumento conmemorando la guerra

La vuelta fue menos fácil ya que el viento estaba más fuerte y no había camino hacia donde apuntar. Tratamos de volver por instinto y lo logramos aunque nos terminamos desviando unos cuantos metros. Hacer estos 12km de vuelta con el viento más fuerte y nosotros cansadísimos era casi imposible, por suerte pasó una camioneta con una señora chilena que nos llevó hasta la puerta de la casa de Celia.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

El segundo día, el 14 de Septiembre amaneció todo nevado y nosotros ya íbamos a empezar a recorrer los montes en busca de historia. Nos tomamos un taxi hasta apenas pasando Moody Brook para empezar el camino hacia el Monte Longdon. Nos dejó justo en una batería argentina, donde obviamente nos quedamos como media hora leyendo, mirando y buscando a ver qué podíamos encontrar. Desde cantimploras hasta frazadas, rodeados por agujeros de bombas cerca de esta posición. Ya empezábamos con todo y nos terminamos emocionando, piel de gallina empezando a caminar por este monte que junto con Darwin fueron los lugares más crudos donde estuvieron nuestros héroes.

En el camino hacia la cima del monte uno se puede encontrar desde restos de cocinas de campaña, agujeros de bomba (no se si hay otro nombre más copado para describir esto), posiciones y por supuesto, la turba malvinense que no te permite caminar sin hundirte y menos andar con los pies secos! Por momentos tenemos que parar y cubrirnos de las esporádicas tormentas de nieve, y pensamos qué difícil habrá sido estar acá sin saber si ibas a volver vivo, peleando con este clima que a veces te voltea. Llegamos hasta un lugar que estaba lleno de vainas de bala, zapatillas, garrafas, peines, palas, etc.. Impresionante la cantidad de cosas, que parece fueron puestas ahí para que queden y se oxiden juntas. Hay muchísimas cosas de las cuales obviamente no se el nombre porque soy ajeno, y sólo estábamos Maxi y yo como para poder preguntar.

Después de un par de tormentas de nieve bastante importantes, tuvimos que abandonar la idea de llegar hasta la cima porque sino no llegábamos a la ruta antes del atardecer y eso sí iba a ser un problema. Así que emprendimos el regreso, no sin cubrirnos de nieve y pasar un poco de frío hasta donde nos estaba esperando el taxi (por suerte). El día estaba pronto a terminar. No podíamos más con nuestras vidas!

Por suerte nos estaban esperando las masitas con un buen té caliente para volver a la vida, pero no duraríamos vivos mucho más. No teníamos Internet así que nos bañamos, cenamos y dormimos.

Comentá!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.