Singapur – La metrópolis del Sudeste Asiático

Marina Sands

Llegamos a Singapur en la última parte del viaje en la que estaríamos Matu y yo solos. Nos quedaban menos de dos semanas de viaje y nos separaríamos en Bangkok, para él irse a Francia y comenzar su pasantía en cocina en un reconocido restaurant, y yo volver a Argentina. En la noche del 23 de Febrero llegamos al aeropuerto de Singapur y ya desde el principio nos encontramos con un lugar super moderno. Está increíble y no por nada más tarde me enteraría de que está entre los mejores del mundo. Tiene muchísimos servicios que obviamente nosotros no utilizaríamos, pero lo más importante es que está bien conectado con la ciudad mediante un metro.

Primera parada
Primera parada

Nos íbamos a alojar en un hostel que estaba en el barrio Little India, y el metro nos dejó a 5 cuadras más o menos. Una vez acomodados fuimos a comer. Yo con miedo, y Matu con ganas de reírse de mí, preguntamos en uno de los últimos puestitos abiertos a ver si la comida era picante, y la respuesta fue obviamente que no. Entonces mi gran hermano pidió probar, probé después yo y para mí era doloroso. Terminó comiendo él solo, y yo creo que comí un chocolate.

Nos despertamos al otro día bien temprano, porque a las 8 de la mañana jugaba nuestro querido Lanús, y lo vimos por tele mientras desayunábamos. A los gritos mientras los demás huéspedes también desayunaban y nos miraban raro. Luego del triunfo, empezamos la caminata del día, que duraría hasta bien entrada la noche.

Casi podría decir que en Singapur hay un barrio por cultura: Un barrio árabe, un indio (donde nos alojamos), y tampoco puede faltar el clásico barrio chino. Llegamos hasta Bugis Street que es una especie de feria de souvenirs y cosas baratas, que está entre los árabes y los chinos. También está el mall Bugis, gigante con locales de todas las marcas más reconocidas. Caminando por la avenida hasta el barrio chino, encontramos edificios muy lindos, por llevar bien esos años que aparentan y los de enfrente, por su modernidad. Un paraíso para cualquier arquitecto. Todo super prolijo en las calles y ni una basurita. Imagínense que en Singapur no se puede ni mascar chicle, así que no es una sorpresa que todo sea limpio y ordenado.

Después de comer, seguimos hasta el barrio chino y paseamos un poco por ahí. Entramos a un templo budista bastante grande, donde supuestamente estaba el diente de Buddha, y claro que no se puede ni acercarse a él, pero sí verlo desde lejos. A la vuelta pasamos por Clarke Quay que es una zona muy linda, llena de barcitos y lugares para comer, queda justo a la vera del río que corta la ciudad. Nos jugó un poco en contra la lluvia, aunque el calor era tal que no nos molestaba seguir caminando bajo el agua.

Clarke Quay
Clarke Quay

Nuestra siguiente parada sería el Marina Sands, y llegamos caminando luego de atravesar el Memorial de Guerra, en homenaje a los caídos en la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses ocuparon Singapur. Nos paramos al lado de Merlion, ese «león de mar» (un león con forma de sirena..) que es una imagen representativa de Singapur, para sacarnos unas fotos y aprovechar la vista privilegiada del lujoso hotel. También, llegábamos a ver perfectamente el famoso Durian, que es un homenaje a la fruta asquerosa, y contiene teatro y un centro turístico.

Pasamos también por la cancha de fútbol y su tribuna, donde se jugaron los juegos olímpicos de la juventud en 2010. El objetivo ahora era subir al Marina Sands sin pagar los 25 dólares singapurenses del mirador. Subimos como estábamos: Ojotas, musculosa y bermuda, preguntando por el restaurant del piso superior. Una vez llegamos nos dijeron que no podíamos entrar porque no cumplíamos con el protocolo de vestimenta, pero nos invitaron amablente al bar, donde podríamos tomar una cerveza sin problemas. Probablemente en otros lugares del mundo ni nos hubieran dejado subir, pero en Singapur no nos sentimos discriminados, y nos mandamos directo al bar, para sacar todas las fotos de la vista de ciudad, con los enormes y modernos edificios que cubren todo el paisaje. Una vez cumplido el objetivo nos fuimos, ya felices de haber logrado tal hazaña sin pagar un centavo.

Nos faltaba más lujo y para esto fuimos al Shopping del hotel, que tiene un pequeño lago en el medio del piso en el que se puede dar un paseo en una barcaza, por solo 10 dólares. Locales de marcas tipo Ferrari y ropa que salía más que nuestro presupuesto para todo el viaje, nos hicieron apurar el paso para buscar algo interesante. De todas maneras, el cansancio ya estaba apareciendo y además aprovechamos el WiFi gratuito del mall.

Ya estaba anocheciendo, así que nos fuimos para la pista de fórmula 1 y así poder ver los famosos jardines que se iluminan por las noches desde lejos. Después nos fuimos acercando y llegamos a entrar y presenciar el show de música y luces que dan gratuitamente a las 20.30-20.45. Nos pareció mucho más lindo este, que el que da el hotel Marina Sands frente al río. A todo esto ya eran casi las 9 de la noche y nos quedaba un largo camino para volver al hostel, así que comenzamos la vuelta y llegamos a las 10 y media, directo a dormir, cansados después de caminar 12 horas.

Gardens by the bay
Gardens by the bay

El segundo y último día en Singapur, lo dedicamos a conocer la mezquita de Little Arabia, y después fuimos a comer a un templo budista donde te sirven gratis comida vegetarian (The Buddhist Lodge). Ya después nos preparamos para irnos hacia Malasia donde pasaríamos 3 días junto a mi amigo Andrew en Kuala Lumpur .

La Mezquita de Singapur
La Mezquita de Singapur

Una respuesta a “Singapur – La metrópolis del Sudeste Asiático”

  1. Muy bueno Santi!!! Me das ganas de escribir también!! 😁😁

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